lunes, 10 de agosto de 2015

Lactancia materna

El primer post de mi blog tenía que dedicarlo a la lactancia por lo mucho que ha supuesto para mí en mi aventura como mamá. Lactancia, ¡qué palabra tan fea para un significado tan bonito!
No hacemos más que oír hablar de las bondades de la lactancia materna, de sus innumerables ventajas y beneficios, pero pocas veces nos cuentan que la lactancia es, además de muy bonita, muy dura.

Antes de quedarme embarazada siempre decía que, como mucho, le daría el pecho a mi bebé unos cuatro meses. Dárselo más tiempo me parecía incómodo para mí y hasta raro, si se me permite decirlo. Porque tengo que reconocer que yo era de las que ver a un niño decir: "Mamá, teta" me ponía los pelos de punto, y no precisamente por la emoción. Me parecía, tonta de mí, antinatural que un niño que ya sabía hablar siguiera mamando. ¡Qué equivocada estaba!

No era éste mi único error. Pensaba también que la lactancia estaba chupada, que simplemente ponías al pecho al bebé, mamaba veinte minutos, primero de un pecho, luego del otro, que para terminar echaban el airecito y que luego dormían felizmente para repetir la operación tres horas después. Sí, señoras, era una ilusa. Nada más lejos de la realidad.

Durante el embarazo, además de mi cuerpo, cambió mi mente. Todas las informaciones que yo buscaba compulsivamente por Internet y que mi cerebro absorbía como una esponja, insistían de manera fervorosa en la lactancia materna. La Asociación Española de Pediatría, la Organización Mundial de la Salud recomiendan la lactancia materna hasta mínimo los dos años y la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses de vida. Yo, que lo que más deseaba (y deseo) en el mundo, era ser la mejor madre para mi niño decidí en aquel momento que le daría el pecho el tiempo que hiciera falta.





Al nacer mi pequeñín lo puse rápido al pecho. Se enganchó con relativa facilidad y los primeros días transcurrieron sin problemas. Sí, me salieron grietas, pero las superé rápido y las llevé muy bien. No iba a dejar que unas heriditas - bastante dolorosas, eso sí- se interpusieran en mi camino. 
La cosa iba bien hasta que aproximadamente al mes y medio mi nene comenzó a mamar durante muy poco tiempo. Apenas cuatro minutos, solo de un pecho. A mí me parecía poco y comencé a obsesionarme con esto, con si ganaba peso, si le veía más delgado, si hacía suficiente pis...un horror. No me parecía lógico que mamar tres o cuatro minutos cada tres o cuatro horas fuera suficiente para él. He de decir que lo pasé muy, muy mal. Si intentaba ponerle con más frecuencia lloraba, se retorcía, se apartaba de mí. Me sentía rechazada y preocupada. En esos momentos todo mi mundo giraba en torno a él, y más concretamente, a su alimentación. Apenas disfrutaba de nada porque sólo podía pensar en si comería en la siguiente toma o no. Horrible. No obstante, mi niño engordaba y los pediatras me aseguraban que era normal, tenía mucha fuerza y succionaba toda la leche rápido. Poco a poco, aunque sin estar nunca convencida del todo, comencé a tranquilizarme o al menos a tomármelo de otra manera.

Así han pasado los meses y llevamos ya más de quince de lactancia materna. Espero y deseo que sean muchos más :).

Os dejo ahora con una serie de preguntas que me hacía yo a mí misma y cuya respuesta me ha dado la experiencia. Espero sean de utilidad.

1. ¿Cuáles son los beneficios de la lactancia materna para la mamá?
Los beneficios son de lo más variado, algunos a largo plazo, pero otros de ellos, como veréis, son muy prácticos:
- Ayuda a recuperar el peso previo al embarazo. ¡E incluso a bajarlo! Yo adelgacé muchísimo comiendo un montón. Y es que la lactancia consume muchísimas calorías.
- Reduce el riesgo de cáncer de mama y ovarios.
- No tienes que preocuparte de esterilizar biberones ni tetinas, ni de tener siempre a mano agua caliente. Está siempre lista para consumir, lo cual os aseguro que es una gran ventaja.

2. ¿Cuáles son los beneficios de la lactancia materna para el bebé?
Entre muchos otros que os invito a descubrir, para mí los fundamentales son:
- Está hecha a medida para vuestro bebé. Le proporciona todo, todo lo que necesita.
- Protege al bebé frente a enfermedades infecciosas y crónicas.
- Se digiere con facilidad, previene el estreñimiento, la diarrea y otras alteraciones del sistema digestivo.
- Previene los cólicos. Los bebés que toman el pecho suelen tener menos gases que los que se alimentan con biberón.
- Previene las alergias.
- Reduce el riesgo de muerte súbita.

 3. ¿Cuáles son los beneficios de la lactancia materna para los dos?
La felicidad que os proporciona a ambos. Es un momento único, íntimo, feliz. Lo mejor de lo mejor.

4. ¿Tiene que mamar el bebé de los dos pechos en cada toma?
No. Lo más importante es que el bebé vacíe el pecho en cada toma. La leche de la mamá va cambiando su composición durante la toma. Al principio es más acuosa (si os fijáis veréis que es más transparente) ya que contiene menos grasa y más proteínas. La leche del final es más grasa (más blanca). Es esta última leche la que sacia al bebé y le hace engordar. Por eso es muy importante que el bebé vacíe totalmente el pecho antes de pasar al otro (por eso y para prevenir la mastitis!)

5. ¿Cuánto tiempo tiene que mamar el bebé?
Lo que él quiera y cuando él quiera. No hay un tiempo fijo, tan bien está que mame durante veinte minutos como que lo haga durante cinco. Hay bebés (afortunadas sus madres) a los que le gusta estar en el pecho, calentito, escuchando y sintiendo a su mamá y se pueden tirar horas enganchados.

6. ¿Tiene que beber agua el bebé si le doy el pecho?
Según la AEPED, hasta los 6 meses y siempre que tome el pecho a demanda, no tiene que beber agua, pues en la leche está todo lo que necesita. A partir de los seis meses y si ya toma alimentación complementaria, sí hay que darle agua. En mi caso, D nació a principios de verano y pasamos todos los meses de calor sin que probara el agua.

7. ¿Tiene que echar el bebé el aire después de cada toma?
Pues no. Al principio yo me pasaba horas con mi niño al hombro, invitándole a echar el aire. No había manera. Y es que al mamar es muy probable que los bebés no traguen nada de aire, por lo tanto no tienen nada que echar. Así que, madres, tranquilizaos si vuestro bebé no eructa como os gustaría después de cada toma. No es estrictamente necesario.

Aprovecho para recomendaros que visitéis la página web de la Asociación Española de Pediatría. Hay un Comité de Lactancia donde encontraréis muchísimas información (y sobre todo fiable) y un foro donde os resolverán cualquier duda que tengáis, además de una sección de preguntas frecuentes. También es importante que le consultéis al pediatra cualquier pregunta que os surja, al pediatra y no a Mr. Google ;-).

Por último me gustaría deciros que mucho ánimo. A veces la lactancia no es tan fácil como parece en los anuncios, pero merece la pena insistir, no tirar la toalla a la primera de cambio, y si de verdad queremos dar el pecho a nuestro bebé, no debemos desesperarnos. habrá baches, seguro, pero podemos superarlos. Y es que después de la tormenta siempre sale el sol. Así que...






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