viernes, 4 de septiembre de 2015

Aylan Kurdi

No sé si alguien lo lee este blog, pero por si alguna persona lo hace no puedo perder la oportunidad de gritar pidiendo auxilio.
Ayer vi la fotografía de Aylan Kurdi y desde entonces no he podido quitármela de la cabeza. Dios mío. La inmensa tristeza que me produjo no puedo expresarla con palabras.
¿Cómo podemos seguir viviendo igual después de ver algo así? Los que tenemos hijos, y los que no...¿no se os ha movido algo dentro? Y como Aylan tantos otros niños...niños como vuestros hijos, niños inocentes sin capacidad de decisión y acción, que se embarcan buscando un futuro mejor y solo les espera la oscuridad. 
Por favor, ¡ayudémosles!!! A todos los que aún están con vida y para los que queda esperanza. Porque ya nadie puede ayudar a Aylan ni a su hermano, ni a su madre....pero sigue habiendo millones de niños que necesitan nuestra ayuda, aunque no veamos su foto.
Y veo en twitter, que la gente sigue hablando de la vuelta al cole, del fichaje de De Gea, y me pregunto...¿cómo puede seguir todo igual? ¿Es que no están viendo el dolor? Y me aterra la indiferencia que mostramos hacia personas que son como nosotros, que sienten como nosotros, que aman a sus hijos como nosotros.
Es que si alguno de vosotros, que está leyendo esto, estuviera en su situación, ¿no querría que le ayudaran? Abandonan su país, dejando la vida que allí construyeron, ¿qué les motivara a hacerlo? ¿Podéis pensarlo? ¿En qué situación estarán? ¿Cómo tendríais que estar vosotros para coger a vuestros bebés y meteros en una barca hinchable a cruzar el mar? Por favor, paraos a pensarlo un solo segundo.

Hay muchas formas de colaborar y espero que pronto surjan nuevas iniciativas. Hay gente movilizándose - gracias a todos ellos, gracias infinitas a todas esas personas buenas. 

De momento, se puede colaborar con ONGs como ACNUR y CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado) . Por ejemplo, con solo enviar CEAR al 28014 estamos donando 1,20 €. No cuesta nada...apenas unos segundos y apenas un café (o menos).



Hasta que se coordinen bien las ayudas - que esperemos que suceda pronto - la mejor forma de contribuir es mediante donaciones, no solo de dinero, también podemos encontrar en Madrid la Asociación de Ayuda al Pueblo Sirio (www.aaps.es) que realiza envíos al país con materiales humanitarios, ropa, mantas, comida, etc. 
Y ojalá que pronto podamos hacer algo más que eso. Yo colaboro con ACNUR desde hace ya varios años y confío totalmente de ellos y en la gran labor que hacen. También he hecho un donativo puntual para esta causa. Os lo cuento porque las cosas no se pueden quedar en palabras y muchos de nosotros podemos colaborar, con lo mínimo que sea. Porque entre todos un poco hace un mucho.


Gracias y ojalá este post sirva para algo.


Quien salva una vida, salva al mundo entero

lunes, 31 de agosto de 2015

Y por fin la encontré...¡mi crema ideal!

¡Y vuelta al lunes! ¡Cuánto cuesta salir de la cama! ¡Y más dejando a un bebote dormido en ella!
Hoy os quiero hablar de la crema para el cuerpo que utiliza D desde que nació. Como creo que ya os he comentado, hace cosa de un par de años comencé a interesarme por los productos ecológicos, libres de químicos, conservantes y cualquier otra cosa que pueda ser perjudicial para el organismo. Así que cuando descubrí que pronto íbamos a ser uno más en la familia comencé con la búsqueda de los productos más adecuados para la piel de mi bebote. Quería que desde el inicio recibiera la menor cantidad de productos químicos posibles.
A base de investigar encontré una página web que a me pareció y sigue pareciendo maravillosa. Solo un pero, que está en inglés, pero bueno, siempre viene bien para practicar y para aprender ;-)
Esta página es http://www.ewg.org/skindeep/  tiene un buscador en el que puedes introducir los ingredientes que componen el producto que sea y te indica su grado de peligrosidad. Así, muestras en mano, me puse a comparar los ingredientes de todas las cremas de bebés habidas y por haber. El resultado era que ninguna me convencía.
Finalmente, a través de esa página, descubrí la marca Earth Mama Angel Baby.

Y me enamoró. Todo lo que encuentras en su página web contiene solo ingredientes naturales y orgánicos, con cero toxinas. Tiene muchos productos para el embarazo, post-parto y los que a mí más me interesaron, para el cuidado del bebé. Al principio compré un kit de prueba que traía crema para el culete, gel y champú, crema para el cuerpo y aceite para masajes. Todo ello me gustó muchísimo. Es verdad que la crema para el culete, una vez irritado, no es tan efectiva como puedan serlo otras de farmacia, pero para proteger es ideal.
El gel-champú también me gusta muchísimo, pero no es fórmula "sin lágrimas", así que cuidado con los ojos de los peques.
Y la crema....la crema es la mejor. Libre de sustancias nocivas, con un olor suave y agradabilísimo. ¡Nos encanta! Se extiende súper bien, con la untosidad justa, agradable al tacto, deja la piel del bebé perfecta.
 
Introduje todos los ingredientes en mi página web de cabecera EWG y el resultado era el mismo:
 
¡Seguro!
 
De hecho, os dejo aquí la lista de los ingredientes por si alguien se anima a comprobarlo:
 
 
Aloe barbadensis (organic aloe) leaf juice, Olea europaea (organic olive) oil, Aspalathus linearis (organic rooibos) extract, Calendula officinalis (organic calendula) flower extract, Kosher vegetable glycerin, Butyrospermum parkii (organic shea) butter, Olivoyl hydrolyzed oat protein, Cetearyl alcohol, Glyceryl oleate, Glyceryl stearate, Vanilla planifolia (organic vanilla) fruit extract, Citrus sinensis (organic sweet orange), Xanthan gum


En definitiva, que estoy contentísima con ella, que es una buenísima crema, y segura, ¿qué más se puede pedir? Yo os la recomiendo, desde luego.

Él único pero que se le puede poner a los productos de Earth Mama Angel Baby es que al menos yo no los he encontrado en ninguna tienda, solamente los puedo adquirir a través de Amazon. En cualquier caso merece la pena.

jueves, 27 de agosto de 2015

Planes con niños I: Parque Europa

A veces, al menos a mí me ha pasado, uno se pregunta dónde puede ir con los niños. Muchas veces me paro a pensar en los planes de la tarde o del fin de semana e intento pensar en algún lugar en que mi bebote pueda divertirse y que no sea lo de siempre.
El caso es que el fin de semana pasado optamos por ir al Parque Europa, en Torrejón de Ardoz. ¡Os lo recomiendo! De hecho os diré que fuimos el viernes y repetimos el domingo con unos amigos.



El Parque Europa es un parque enorme, lleno de zonas verdes y con réplica de algunos de los más famosos monumentos europeos: la torre Eiffel de París, el puente de la Reina de Londres, el Atomium de Bruselas e incluso nuestra Plaza Mayor de Madrid...


Tiene muchos árboles, césped en el que te puedes sentar tranquilamente, un lago enorme que puedes recorrer en barquita y muchas zonas de juegos para los niños de todas las edades. Tienen también columpios para bebés, cosa que agradezco muchísimo porque a D le encantan y no siempre se encuentran en los parques. 
Hay también un parque de multiaventura, camas elásticas, una minigranja, paseos en poni y muchas otras actividades. Ah, y también atracciones para el disfrute de los pequeños.



Para los mayores hay una tirolina enorme de la que mi maridísimo disfrutó un montón.

Después de dar un paseo más que agradable, puedes sentarte a tomar algo en alguno de sus bares. Nosotros estuvimos en El mirador de Europa y la verdad es que muy bien. Tomamos una cañita, las patatas andaluzas, que son su especialidad, y queso provolone. Muy rico todo. Además, un detalle que me gustó muchísimo es que tenían un microondas que tú mismo podías utilizar, ideal para calentar la cena de D. Prefiero siempre hacerlo yo a que me lo calienten ellos porque generalmente o me lo dejan frío o venido del infierno. Y yo ya tengo el punto exacto de temperatura a la que le gusta a mi chico ;-) 

Vamos, que lo pasamos los mayores y los bebés fenomenal. El parque es gratuito, pero el aparcamiento no. Hay dos tarifas, en nuestro caso, que fuimos a las 18.30 con 3 euros cubríamos toda la estancia, pero creo que si vas a pasar el día entero es algo más. Aún así, no me parece caro. Muy importante, llevar el dinero suelto. Las máquinas no admiten ni billetes, ni tarjeta de crédito, un atraso. Hay una máquina para cambiar en la entrada de la Puerta de Brandenburgo, pero solo admite billetes de 5 y de 10. Así que no os olvidéis de llevar monedas.

Por cierto, nosotros el viernes fuimos a ver el espectáculo de la Fuente Cibernética. Es un espectáculo de agua, luz y sonido que hacen en verano (hasta el 27 de septiembre). Estuvo muy bonito. Mi sobrina de 5 años, quedó encantada y no paraba de lanzar exclamaciones. El único "pero" es que es un pelín tarde, viernes y sábado a las 23.00. Pero bueno, D estaba dormido y arropado en su carro tan feliz. Eso sí, si vais no os olvidéis de llevar una chaqueta por si acaso, porque al menos ese día refrescó muchísimo por la noche. Y una mantita para sentaros en el césped ya sería la bomba.

Os dejo aquí el enlace de su web por si le queréis echar un vistazo.


Me parece un plan genial para ir con niños o sin niños. Ah, y también admiten animales :).
Si vais espero que lo paséis tan bien como nosotros.
 

lunes, 24 de agosto de 2015

¿Tú crees que cabe el carrito por ahí?

Cuando eres mamá adquieres otra perspectiva de las cosas. Supongo que eso pasa con todas las circunstancias de la vida, hasta que no te ves inmerso en ellas no te das cuenta de lo que realmente suponen. Y aparte de que descubres el AMOR (con mayúsculas, negrita y subrayado) descubres también que al mundo en el que vivimos, tan moderno, con tanta tecnología punta y demás, le falta aún mucho camino por recorrer, en cuanto al mundo de los niños se refiere.



Desde que soy mamá me he dado cuenta de las muchas dificultades que encontramos en la vida diaria y que paso a resumir en las siguientes:

1. Falta de accesibilidad: es increíble lo difícil que es moverse por el mundo con un carrito (y ni pensar quiero en una silla de ruedas). Aceras invadidas por coches, escalones gigantescos, abundancia de escaleras mecánicas y escaseo de ascensores, calles mal pavimentadas, árboles en medio de la acera, que no sabes si tirar por su izquierda o por su derecha porque por ninguno de los dos lados entra el carrito.Y así un largo etcétera. Ni la gente ni los políticos (de éstos últimos no lo esperaba) piensan en la gran cantidad de gente - ya sea bebé o persona mayor - que se desplazan sobre ruedas.

2. Dificultad para instalarse con éxito en un restaurante: no entiendo porqué en los restaurantes - o al menos en la mayoría de ellos - no tienen mesas preparadas para las familias con carro. Sobran sillas y faltan espacios. Por no hablar de los que ni siquiera tienen trona y de aquellos en los que las mesas están tan pegadas que no puedes pasar. Ah, y mención especial para los que te miran mal si llegas con un bebé. Señores hosteleros, si los bebés no son bienvenidos comuníquenlo con antelación para que así no vaya a su restaurante (y me encargue de que vaya la menor gente posible ;-p)

3. Falta de cambiadores: increíble también que a estas alturas de la vida haya baño sin cambiadores de bebé. Tenía que ser obligatorio. Cuántas veces he tenido que cambiar a D en su carrito, de mala manera, el pobre medio doblado, yo doblada entera, haciendo malabares con sus piernas, las toallitas, el pañal, el empapador...en fin, que no creo que cueste mucho un cambiador, ¿no? 

4. Falta de salas de lactancia: otro gran problema. Ahora ya me da igual, pero al principio, que era muy pudorosa y que encima le daba el pecho cada 2-3 horas mi mente solo podía pensar dónde le iba a dar el pecho en la toma siguiente. He pasado por probadores y baños de lo más asqueroso...hay en sitios pequeños en los que puedo entender que no habiliten un cuarto de lactancia, pero en muchos otros... creo que ya va siendo hora. Y además, ahora que solo se hablan de los beneficios de la lactancia materna, una buena medida para fomentarla sería dando facilidades a las mamás :).

5. Falta de espacios para niños en los medios de transporte: esto va especialmente por Renfe. El tren es un modo fantástico de viajar, pero es verdad que 3 horas (si no más) con un niño encerrado en un vagón se pueden convertir en 3 siglos. Estaría fenomenal - y esto ya lo reivindicó alguna mamá en twitter- que habilitasen un vagón con espacio para los más peques, donde pudieran desfogarse, corretear y, en definitiva, moverse con más libertad de la que permite el estrecho pasillo que queda entre los asientos.

6. Imposibilidad de ir al cine con un bebé: esto entiendo que ya es un capricho, pero a mí que siempre me ha encantado el cine me encuentro ahora con que es imposible ir con mi bebote. ¿Por qué no habilitar una sala que en ciertas sesiones permita ir con bebés? Quien vaya ya sabe que seguramente oirá algún grito, lloro y verá mucho movimiento en la sala, pero a mí al menos no me importaría. He leído por Internet que en los cines de La Vaguada tienen la "Sesión Teta" para ir con bebés. Me encanta la iniciativa, lo que no me gusta tanto es el horario, porque es solo los martes a las 11:30... ¿y las mamás que trabajamos por la mañana? Estaría fabuloso que hubiera alguna sesión de tarde.


Estoy segura de que me dejo infinidad de ellas .¿Y a vosotros? ¿Se os ocurre alguna más?

viernes, 21 de agosto de 2015

Empatía (o eso de ponerse en el lugar del otro)

Dice la RAE que empatía es la identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo del otro. 
Y digo yo que la empatía es la capacidad de ponernos en el lugar del otro, sea un niño, un anciano, un perro o un gorrión.

El otro día fuimos al Parque de Atracciones, lugar mágico donde los haya y más para ir con niños. Esperaba con mi sobrina de cinco años en la fila de una montaña rusa. Ya era de noche y se había montado en esa misma atracción un par de horas antes. Había salido excitada, riendo y saltando, encantada de la vida. En sus subidas y bajadas la montaña rusa atravesaba dos pequeños túneles. El caso es que en un momento dado, mientras la fila avanzaba despacio y nosotras esperábamos pacientemente la miro y veo que está llorando. Le caían unos lagrimones enormes por la cara.

- Pero, ¿qué te pasa cariño?
- Que no me quiero montar - me dice haciendo un puchero y con esa voz que se le pone cuando llora con tristeza, con sentimiento de verdad.
- ¿¡Por qué??
- Porque me da miedo.
- Pero si te has montado antes y te ha gustado muchísimo.
- Sí, pero es que ahora va a haber monstruos.
Yo estaba alucinando, claro.
- ¿Monstruos? ¿Dónde? ¿Por qué?
- En los túneles...van a salir porque es de noche, antes he visto los ojitos que nos miraban - me dice llevándose las manos a los ojos y mirando de reojo.

Aquí a mí lo que el cuerpo me pedía era reírme, claro, pero aguanté la compostura.

- Pero mi niña, que los monstruos no son de verdad, no te preocupes.
- Ya lo sé - me dice entre hipidos - pero es que son hologramas.
Y otra vez lloraba y repetía.
- Yo no me quiero montar, yo no me quiero montar.

El caso es que mientras mi hermana perdía la paciencia yo intenté ponerme en el lugar de la princesa y me dio mucha pena. Lo que tenía que ser algo divertido estaba siendo para ella una tortura, porque de verdad creía que iba a haber monstruos.
Y aunque nosotros que somos mayores, sabemos que eso es una tontería, que los monstruos no existen y que el "problema" de mi sobrina era absurdo, ella no lo sabía. Para ella su miedo era tan fuerte que la hacía llorar, su preocupación era real, y estaba a la misma altura que están las preocupaciones que a nosotros no nos dejan dormir por la noche. 

A veces creo que en general pecamos de falta de empatía con los más pequeños (y con los más mayores también, pero este ya es otro asunto). Olvidamos que sus problemas son para ellos el centro de su pequeño universo. Y aunque en el mundo real no tengan trascendencia alguna en su vida la importancia es máxima. Lo que a nosotros nos puede parecer incluso gracioso es para ellos una fuente de preocupación. ¿Por qué en vez de ignorarles, reírnos o perder la paciencia no nos ponemos en su lugar e intentamos comprender lo que les pasa por la cabeza? Ponernos, pero de verdad, intentando ver el mundo como se ve cuando tienes cinco años, diez años o dos años (de esto no me acuerdo, pero me imagino que en ese momento tu mayor problema efectivamente será que mamá intente que te duermas cuando tú lo que quieres es seguir explorando los cajones).



Así que os animo a calzaros de vez en cuando unas botitas del número 22 o unas sandalias del 26...seguro que después de ver "doscientas" tiendas y andar quinientos metros vosotros también queréis que os cojan en brazos ;-)
¡Feliz San Viernes!!


miércoles, 19 de agosto de 2015

La vida es cuestión de actitud

Últimamente no hago más que leer posts de mamás y de papás en los que no dejan de hablar de rabietas, noches sin dormir, ojeras enormes y desesperación. Si bien es cierto que también hablan de la sensación maravillosa de tener un hijo, del amor infinito y el orgullo y alegría de tener un hijo, sus posts me dejan un poso agridulce. Me parece que la parte “mala” tiene un gran protagonismo en las historias que cuentan. Lloros, pataletas, cansancio y muchas otras palabras parecidas aparecen con mucha frecuencia en los posts. Y esto no deja de sorprenderme.

A veces creo que cuando le damos a las cosas más importancia de la que tienen éstas pasan a ser el centro de atención. Es difícil de explicar porque no quiero que nadie me malinterprete.

Los niños lloran, los niños tienen pataletas, rabietas. Mi niño chilla como si le estuvieran matando cada vez que le quito la fregona de las manos…esto a lo mejor ocurre cuatro veces en una tarde. Pero, ¿cuál es el problema? ¿Que llore? Es su forma de expresarse, él no lo puede decir de otra manera y para mostrar su disconformidad con lo que le ha hecho mamá, llora. Llora también cuando le cambio el pañal y a él le apetece hacer otra cosa, llora cuando le subo a la trona, llora cuando le siento en el carro porque él quiere ir andando (en este caso también se pone rígido como un palo y la pelea se me complica, tengo que sujetarle con una mano y con otra abrochar el cierre del carro para obligarle a sentarse). Pero la verdad es que esos lloros me preocupan poco, más bien nada. Mi paciencia no se agota por eso.  Al final del día esos momentos ni siquiera entran en la balanza de lo bueno y lo malo.  
A eso es a lo que me refiero con que La vida es cuestión de actitud, depende de como tú te tomes las cosas, éstas adquieren mayor relevancia o no, serás más o menos feliz, te agobiarás más o menos.

He visto a padres que frente a las mismas actitudes de sus hijos la manera de reaccionar ha sido completamente diferente. Unos poniéndose nerviosos, impacientes, molestos; otros tranquilos, sin darle la menor importancia. Esa actitud la transmiten a sus hijos e incluso a la gente que está a su alrededor. Y sobre todo, la llevan ellos mismos encima. Porque te aseguro que si no te afectan cosas “sin importancia” serás mucho más feliz J.
Entiendo que las noches sin dormir puedan llegar a desesperar, pero siempre hay maneras de paliarlas y más si somos dos…

Ahora mismo parece que somos superhéroes por tener uno o dos hijos y ya con tres…¿cómo lo hace?¡¡ Es increíble!!
Yo soy mamá, trabajo, tengo una casa, tengo ropa que planchar, compra que hacer y comida que cocinar. Y no por eso soy una superheroína. Es cierto que conciliar es (muy) difícil, pero es lo que hay y tampoco hace falta estar hablando todo el tiempo sobre ello y sobre las súper madres. Súper me parece la mamá que tenía 6 hijos y que nunca se quejaba de rabietas o de no poder organizarse. Y estoy segura de que también pasaba muchas noches sin dormir.

A mí me encanta Verdeliss (Estefanía), no sé si la conocéis, es una youtuber de Pamplona muy conocida. Es mamá de cuatro niños y ahora está embarazada de gemelos. Cuelga vlogs mostrando su vida diaria y hace que todo parezca fácil. Me encanta. Y estoy segura de que sus niños también hacen trastadas y de que ha pasado más de una noche sin dormir. Y sin embargo transmite un buen rollo y un optimismo que da gusto.


Cuánto más nos quejamos de algo, más presente está en nuestra vida, más importancia le damos…entrando en un círculo vicioso. Parémonos a pensar un momento, ¿tan importantes son las rabietas o las noches sin dormir? Sabemos que es algo normal…¡pues que nos den igual! Que ni siquiera pongan a prueba nuestra paciencia…seguro que así las terminaremos llevando mucho mejor.


lunes, 17 de agosto de 2015

Al rico yogurt ecológico!

Hace cerca de tres años comencé a oír hablar de los parábenes. Tras investigar un poco sobre ellos me di cuenta de la inmensa cantidad de "porquerías" que nos rodean y que nos metemos para el cuerpo de una forma un otra, ya sea comiendo, bebiendo, echándonos cremas maravillosas o incluso duchándonos y lavándonos los dientes. Esto empezó a "preocuparme" porque en mi mente se formó la idea - que no creo que esté equivocada - que todas estas cosas influyen en nuestra salud de forma alarmante.

A partir de ese momento comencé a introducir pequeños cambios en mi vida, en la medida que me era posible (y también a intentar introducirlos en la de los demás, porque otra cosa no, pero pesada soy un rato).  Así que desapareció el aluminio de mis desodorantes - más bien desaparecieron mis desodorantes con aluminio- y cambiamos de gel, de champú, de crema de la cara, etc, etc, etc.

También comencé a interesarme por los productos ecológicos, que además de más sanos, y con más sabor, son más respetuosos con el medio ambiente y con los animales. En definitiva que, quitando su precio, son todo cosas buenas. 
Una de las primeras cosas que probé, y a la que sigo siendo fiel, son los yogures ecológicos. Ahora mismo son relativamente fáciles de encontrar, porque además de entiendas ecológicas y tiendas online podemos encontrarlos en grandes superficies como Carrefour o Hipercor.

Me encantaron, al menos los que yo probé, su sabor, su cremosidad, no tenían que ver con los yogures tradicionales...también me encantó la historia de las vacas que había tras estos yogures. Estos afortunados animales no comen ningún alimento tratado con herbicidas, pesticidas, aditivos o cualquier otro producto químico. Se alimentan de forraje, beben agua de mantantiales y no tiene estrés. Viven al aire libre, como debe ser. No se las hormona para que produzcan más leche ni se las trata con antibióticos de manera "preventiva". Eso sí, producen la mitad de leche que una vaca "convencional", unos 20 litros al día.

Para qué os hagáis una idea, estas vacas ecológicas viven más de 11 años, frente a los 5 que viven aquellas que se pasan el día encerradas en los establos, alimentadas con pienso artificial, hormonadas y explotadas. Comparando la vida de unas y otras, ¿será la leche que produzcan de la misma calidad?
Así me las imagino yo :-)





El caso es que desde que nació D, me propuse alimentarle con productos ecológicos (aunque ahora mismo, y con lo mal que come, la verdad es que ya pruebo cualquier cosa).
No le gustan nada los yogures, pero parece que éstos los tolera un poco mejor...y alguna tarde feliz logramos que se tome uno entero. Así que si hay alguien como yo y quiere probar, yo los recomiendo...a mi peque los que más le gustan - dentro de lo poco que le gusta la comida - son los de plátano y manzana. Y la verdad es que esas tardes que se lo toma entero yo me quedo tranquila...durante unas horas.

viernes, 14 de agosto de 2015

Desesperada...mi niño no me come

Pues eso…que ya no sé qué hacer, que estoy absolutamente desesperada y que no veo luz al final del túnel. Temo seguir así durante años y la sola idea de pensarlo me agota, ¿qué hago? Mi niño no me come.

A D no le gusta comer…no le gusta y parece ser que nunca tiene hambre, ¿cómo es posible? No le encuentro explicación. En el fondo me da hasta envidia. Yo, que tengo hambre a todas horas, que en cualquier momento me comería una rica y grasienta pizza familiar, que me como las patatas fritas como si fueran pipas, que me levanto de la siesta y corro desesperada al frigorífico buscando algo dulce que echarme al cuerpo…a mí me sale el niño sin hambre. No me lo puedo creer.

Al principio no le di importancia, bueno, miento, sí se la di porque para mi desgracia soy una madre preocupona. Ya desde el mes y medio me parecía que mamaba poco, pero como el niño engordaba a buen ritmo, como tenía el pie tipo empanadilla y pliegues rollizos en muñecas y piernas, pensé que al final sí que iban a ser aprensiones mías, fruto de llevar la L puesta en esta aventura de la maternidad. Pero no…cuando comenzaron las papillas y los purés se confirmó mi teoría, la que nadie creía y la que cada vez que enunciaba hacía que me tacharan de loca, mi niño comía poco. Se materializó como por arte de magia (mientras le daba el pecho era todo un poco abstracto, ¿cuánto tomaba? Nadie lo sabía) y comenzó el trabajo más duro al que me he enfrentado nunca…lograr que D coma.

Comenzamos con la papilla a los 6 meses. Los primeros días apenas tomó tres cucharadas, pero nos parecía bastante normal, aún tomaba mucho pecho y no estaba acostumbrado a la cuchara ni a la nueva textura. A las tres o cuatro semanas ya no nos lo parecía tanto. Además, no es que no supiera tragarla, es que no le gustaba. El tío cerraba la boca, giraba la cabeza y hasta aquí. Cometimos muchos errores en esta fase: intentar engañarle con el chupete, por ejemplo. Yo me sentía muy mal cada vez que lo hacía, pero era la única manera de conseguir que, al menos, lo probara. Por supuesto no servía de nada porque D no tiene un pelo de tonto, y la primera le engañabas, pero luego cerraba su preciosa boquita y ni chupete ni cuchara ni nada. Como no teníamos trona, porque nos parecía un elemento prescindible y bastante llena teníamos ya la casa, le dábamos la comida en su carrito. Error. Cada vez que le sentábamos en el carrito, ya fuera para comer o para salir de paseo, la montaba cual niño de El exorcista pensando que le esperaba la papilla. Igual nos pasó con el babero (de hecho con quince meses sigue sin usarlo, porque es verlo y ponerse a llorar). Fue un auténtico horror. Probamos todas las marcas de papillas habidas y por haber, probamos distintos tipos de leche, probamos con agua, con caldo de verduras…nada, imposible. Lo más que llegamos a que tomara fueron, días felices aquellos, unos 100. Recuerdo una vez en la que no se me podía borrar la sonrisa de la boca porque se había tomado toda la papilla sin protestar y en diez minutos. ¿Qué pasó aquel día? Aún no lo sé.

Entre tanto llegó la fruta. Lo de la fruta fue odio a primera vista. Ni plátano, ni manzana, ni pera, ni natural ni preparada. Ni con zumo ni con leche, ni con galletas…Tremendo.
Lo que mejor lleva es el puré, increíblemente lo que más le gusta es el pescado. Aún así, nos cuesta horrores lograr que se lo termine.

Cada vez que come tenemos que montar un show, hay que ver lo que desarrolla la imaginación un bebé que no come. Cuando crees que ya no te queda nada más que darle, se te enciende la luz y recuerdas que aún no les has dejado el portalentillas, el mando del aire acondicionado o el accesorio ese de la lavadora que no sabes para qué vale, pero que como venía en la caja lo guardas por si acaso. Y ese portalentillas, con sus dos taponcitos, te permite darle tres cucharadas más de pure. Y bendices al que lo inventó. El accesorio de la lavadora, como tiene un tornillo y es peligroso, te concede hasta cinco cucharadas. Entonces te das cuenta de los bien invertidos que estuvieron los cuatrocientos euros que costó tan maravilloso electrodoméstico.
Y así pasa nuestra vida…dedicando una hora al desayuno (que nunca se termina), una a la comida, una a la merienda (aunque pocas veces logramos que tome algo) y una a la cena. 

En el fondo le comprendo, porque cada vez que le siento a la trona (por fin la compramos, al final se reveló como absolutamente necesaria) parece que hace cinco minutos que ha salido de allí.  

Sé que algo hacemos mal, que deberíamos acostumbrarle a comer sin entretenimientos y en un tiempo razonable, que no hay que “forzarle” a comer (forzarle es imposible, porque D cierra la boca de tal manera, que es capaz de reírse a carcajadas sin separar los labios), ponerle un tiempo…no sé, pero en esos momentos y cuando es tu hijo, sólo quieres que coma, un poquito más, la última cucharada.

Y es que sí, desde hace muchos meses, lo mejor que me puede pasar es que D se tome un yogurt a media tarde, o que después de la cena se tome un Danonino. Así estamos…la vida es cuestión de prioridades, ¿no?

lunes, 10 de agosto de 2015

Lactancia materna

El primer post de mi blog tenía que dedicarlo a la lactancia por lo mucho que ha supuesto para mí en mi aventura como mamá. Lactancia, ¡qué palabra tan fea para un significado tan bonito!
No hacemos más que oír hablar de las bondades de la lactancia materna, de sus innumerables ventajas y beneficios, pero pocas veces nos cuentan que la lactancia es, además de muy bonita, muy dura.

Antes de quedarme embarazada siempre decía que, como mucho, le daría el pecho a mi bebé unos cuatro meses. Dárselo más tiempo me parecía incómodo para mí y hasta raro, si se me permite decirlo. Porque tengo que reconocer que yo era de las que ver a un niño decir: "Mamá, teta" me ponía los pelos de punto, y no precisamente por la emoción. Me parecía, tonta de mí, antinatural que un niño que ya sabía hablar siguiera mamando. ¡Qué equivocada estaba!

No era éste mi único error. Pensaba también que la lactancia estaba chupada, que simplemente ponías al pecho al bebé, mamaba veinte minutos, primero de un pecho, luego del otro, que para terminar echaban el airecito y que luego dormían felizmente para repetir la operación tres horas después. Sí, señoras, era una ilusa. Nada más lejos de la realidad.

Durante el embarazo, además de mi cuerpo, cambió mi mente. Todas las informaciones que yo buscaba compulsivamente por Internet y que mi cerebro absorbía como una esponja, insistían de manera fervorosa en la lactancia materna. La Asociación Española de Pediatría, la Organización Mundial de la Salud recomiendan la lactancia materna hasta mínimo los dos años y la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses de vida. Yo, que lo que más deseaba (y deseo) en el mundo, era ser la mejor madre para mi niño decidí en aquel momento que le daría el pecho el tiempo que hiciera falta.





Al nacer mi pequeñín lo puse rápido al pecho. Se enganchó con relativa facilidad y los primeros días transcurrieron sin problemas. Sí, me salieron grietas, pero las superé rápido y las llevé muy bien. No iba a dejar que unas heriditas - bastante dolorosas, eso sí- se interpusieran en mi camino. 
La cosa iba bien hasta que aproximadamente al mes y medio mi nene comenzó a mamar durante muy poco tiempo. Apenas cuatro minutos, solo de un pecho. A mí me parecía poco y comencé a obsesionarme con esto, con si ganaba peso, si le veía más delgado, si hacía suficiente pis...un horror. No me parecía lógico que mamar tres o cuatro minutos cada tres o cuatro horas fuera suficiente para él. He de decir que lo pasé muy, muy mal. Si intentaba ponerle con más frecuencia lloraba, se retorcía, se apartaba de mí. Me sentía rechazada y preocupada. En esos momentos todo mi mundo giraba en torno a él, y más concretamente, a su alimentación. Apenas disfrutaba de nada porque sólo podía pensar en si comería en la siguiente toma o no. Horrible. No obstante, mi niño engordaba y los pediatras me aseguraban que era normal, tenía mucha fuerza y succionaba toda la leche rápido. Poco a poco, aunque sin estar nunca convencida del todo, comencé a tranquilizarme o al menos a tomármelo de otra manera.

Así han pasado los meses y llevamos ya más de quince de lactancia materna. Espero y deseo que sean muchos más :).

Os dejo ahora con una serie de preguntas que me hacía yo a mí misma y cuya respuesta me ha dado la experiencia. Espero sean de utilidad.

1. ¿Cuáles son los beneficios de la lactancia materna para la mamá?
Los beneficios son de lo más variado, algunos a largo plazo, pero otros de ellos, como veréis, son muy prácticos:
- Ayuda a recuperar el peso previo al embarazo. ¡E incluso a bajarlo! Yo adelgacé muchísimo comiendo un montón. Y es que la lactancia consume muchísimas calorías.
- Reduce el riesgo de cáncer de mama y ovarios.
- No tienes que preocuparte de esterilizar biberones ni tetinas, ni de tener siempre a mano agua caliente. Está siempre lista para consumir, lo cual os aseguro que es una gran ventaja.

2. ¿Cuáles son los beneficios de la lactancia materna para el bebé?
Entre muchos otros que os invito a descubrir, para mí los fundamentales son:
- Está hecha a medida para vuestro bebé. Le proporciona todo, todo lo que necesita.
- Protege al bebé frente a enfermedades infecciosas y crónicas.
- Se digiere con facilidad, previene el estreñimiento, la diarrea y otras alteraciones del sistema digestivo.
- Previene los cólicos. Los bebés que toman el pecho suelen tener menos gases que los que se alimentan con biberón.
- Previene las alergias.
- Reduce el riesgo de muerte súbita.

 3. ¿Cuáles son los beneficios de la lactancia materna para los dos?
La felicidad que os proporciona a ambos. Es un momento único, íntimo, feliz. Lo mejor de lo mejor.

4. ¿Tiene que mamar el bebé de los dos pechos en cada toma?
No. Lo más importante es que el bebé vacíe el pecho en cada toma. La leche de la mamá va cambiando su composición durante la toma. Al principio es más acuosa (si os fijáis veréis que es más transparente) ya que contiene menos grasa y más proteínas. La leche del final es más grasa (más blanca). Es esta última leche la que sacia al bebé y le hace engordar. Por eso es muy importante que el bebé vacíe totalmente el pecho antes de pasar al otro (por eso y para prevenir la mastitis!)

5. ¿Cuánto tiempo tiene que mamar el bebé?
Lo que él quiera y cuando él quiera. No hay un tiempo fijo, tan bien está que mame durante veinte minutos como que lo haga durante cinco. Hay bebés (afortunadas sus madres) a los que le gusta estar en el pecho, calentito, escuchando y sintiendo a su mamá y se pueden tirar horas enganchados.

6. ¿Tiene que beber agua el bebé si le doy el pecho?
Según la AEPED, hasta los 6 meses y siempre que tome el pecho a demanda, no tiene que beber agua, pues en la leche está todo lo que necesita. A partir de los seis meses y si ya toma alimentación complementaria, sí hay que darle agua. En mi caso, D nació a principios de verano y pasamos todos los meses de calor sin que probara el agua.

7. ¿Tiene que echar el bebé el aire después de cada toma?
Pues no. Al principio yo me pasaba horas con mi niño al hombro, invitándole a echar el aire. No había manera. Y es que al mamar es muy probable que los bebés no traguen nada de aire, por lo tanto no tienen nada que echar. Así que, madres, tranquilizaos si vuestro bebé no eructa como os gustaría después de cada toma. No es estrictamente necesario.

Aprovecho para recomendaros que visitéis la página web de la Asociación Española de Pediatría. Hay un Comité de Lactancia donde encontraréis muchísimas información (y sobre todo fiable) y un foro donde os resolverán cualquier duda que tengáis, además de una sección de preguntas frecuentes. También es importante que le consultéis al pediatra cualquier pregunta que os surja, al pediatra y no a Mr. Google ;-).

Por último me gustaría deciros que mucho ánimo. A veces la lactancia no es tan fácil como parece en los anuncios, pero merece la pena insistir, no tirar la toalla a la primera de cambio, y si de verdad queremos dar el pecho a nuestro bebé, no debemos desesperarnos. habrá baches, seguro, pero podemos superarlos. Y es que después de la tormenta siempre sale el sol. Así que...