martes, 19 de enero de 2016

Show en vivo...Pocoyó y sus amigos

Desde hace ya bastante tiempo le dábamos vueltas a la idea de ir al cine o al teatro con nuestro bebote. Más bien al teatro. Su padre, que es un optimista, piensa que es posible que con 20 meses aguante una película entera. Yo, que soy bastante realista, creo que es imposible. Lo que sí que me apetecía bastante era probar a llevarle al teatro, una de estas obras infantiles que no llegan a una hora, con luz, color y música. 

Así que por fin este fin de semana nos decidimos. Después de ver qué nos ofrecía nuestro Madrid, nos decantamos por el Show en Vivo de Pocoyó y sus amigos en el Teatro Compaq de la Gran Vía. Y es que a mi chico últimamente le encanta Pocoyó o "Piyó" como dice él.


Sacamos las entradas el jueves anterior, por Atrápalo. Primera crítica: 15 euracos por persona. Y los niños pagan a partir del año. O sea que pagamos 45 euros por 50 minutos de "espectáculo" (sobre el contenido me pronuncio a continuación). La verdad es que me parece un precio desmesurado y más si tenemos en cuenta que estas entradas tenían descuento, porque si no, nos hubiera costado 25 euros por persona en el patio de butacas. Entiendo que el teatro hay que pagarlo. Es decir, que yo no me quejo por pagar un precio alto, porque imagino el trabajo que hay detrás de cada representación. Pero en este caso me parece un precio muy alto. Podían permitir que los niños pagasen menos o que fuese gratuito hasta los 2 años. Si bajaran el precio aumentarían sin duda las visitas porque la realidad es que el teatro no estaba lo que se dice lleno.
Por cierto, si sacas las entradas por Atrápalo hay que pagar en taquilla en efectivo. No olvidarse porque no se puede pagar con tarjeta.

La obra empezaba a las 12:00 y llegamos a la taquilla a eso de las 11:20. Yo iba "asustada" pensando que ya no tendríamos buen sitio. Al cogerlas por Atrápalo no escoges los asientos si no que te van dando los que quedan disponibles y mejor situados por orden de llegada. No tuvimos que esperar nada en absoluto (de hecho no había nadie) y nos dieron unos estupendos asientos en la fila 7. Ya desde fuera, nuestro bebotón señalaba emocionado el cartel de Pocoyó que veía a través de los cristales de la puerta de la entrada. "Piyó, piyó", decía riéndose y señalando con su dedo regordete.

Aproximadamente a las 11:30 abrieron las puertas del teatro y pudimos llegar a nuestros asientos. Antes de entrar en la sala puedes coger alzadores para los niños, que se ponen en los asientos y les elevan. No son excesivamente cómodos, porque como los asientos de la sala son de los que se pliegan, el alzador queda un poco "raro". En cualquier caso, resultan muy útiles. Te permiten la entrada en la sala de bebida y alguna que otra chuchería que venden en el bar. Nosotros compramos unos gusanitos al módico precio de 1 euro (eso sí, la bolsa era generosa) para mantener entretenido al nene hasta que empezase la obra. Y sí, la estampa era digna de verse: sentando en su asiento con su alzador y sus gusanitos. Como un rey.

A las 12:00 dio comienzo la función. En fin...a mí personalmente me parece que aunque vaya dirigida a niños pequeños es muy mejorable. Los muñecos no están mal, dentro de lo posible, el guión es un sinsentido (pero tampoco esperaba mucho más), pero la banda sonora...la obra va conducida por una "niña" que juega con Pocoyó y sus amigos y canta y baila todo el tiempo. No sé si era por bailar a la vez o por qué, pero las canciones sonaban francamente mal. A veces parecía que no llegaba, otras que se ahogaba, otras se oía muy bajito...en general muy mal. Aparte que a mí me daba sensación como de descuido la estética de la protagonista. No sé...no me dejó muy buen sabor de boca. 
Peeeero, todo esto que yo os cuento, los niños no lo perciben. Ellos ven al auténtico Pocoyó tamaño gigante, a Pato, Eli, Pulpo (qué mérito lo de Pulpo, daba saltos mortales embutido en un traje espeluznante, me impresionó) y quedan ENCANTADOS.

Mi hijo, nervioso por naturaleza, que para poco quieto, se pasó los 50 minutos mirando asombrado al escenario. No lloró, no se quiso ir...de hecho terminó la obra y decía: "Má, má" (quería más). Nos lo tuvimos que llevar llorando y llamando a "Piyó".

Resumiento, el espectáculo deja mucho que desear pero a los niños les deja maravillados. Y como al final de eso es de lo que se trata, yo lo recomiendo para pasar un buen rato.






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